domingo, 17 de agosto de 2014

Tolosa - Castelnaudary

Basílica de San Sernín
Dejamos el cómodo apartamento de Tolosa para dirigirnos a la estación de tren de Toulouse Matabiau. Afortunadamente es domingo, así que resulta fácil encontrar aparcamiento. Seguramente durante la semana es bastante complicado. Antes de dar dos pedaladas, vemos que las dos ruedas de la bicicleta de Esti van frenadas. Es un detalle menor si no fuera porque es la única bicicleta que lleve a poner a punto, al Decathlon. Cobraron 40 euros, sustituyendo incluso el freno delantero y tuve que volver a llevarla porque las ruedas seguían frenadas. Y ahora me toca ajustar los frenos a mi otra vez. Primera y última vez que les llevo nada que tenga ruedas.

Salir de Tolosa a lo largo del Canal de Midi es bastante más agradable que entrar siguiendo el Canal Lateral del Garona. Pero desde bien pronto se observan dos cosas. Primero, que el paisaje va cambiando, y segundo, más relevante, la señalización va desapareciendo. Seré más preciso: es señalización cutre y casi inexistente.

El hecho es patente: veníamos por una autopista y ahora vamos por una carretera vieja y sin mantenimiento. De hecho, tras un kilómetro de camino nos acabamos dando cuenta que la vía sigue la otra ribera, que por estar todavía en el extrarradio de Toulouse aún no es de tierra, pero al poco se acaba el lujo y entramos en un caminucho más que sospechoso. Toca retroceder, qué se le va a hacer.

En este tramo inicial parece incluso haber menos barquitos navegando que los que hemos visto hasta Tolosa. No obstante, gente corriendo y en bicicleta, e incluso patinando, a mansalva. Es lógico porque es domingo, se diría que los franceses están todos en tres sitios: en el coche, en las zonas verdes o en casa (esto último sólo lo intuyo).

El tiempo es de lujo una vez más: soleado, pero sin verdadero calor, gracias en buena medida al sombraje que ofrecen las largas hileras de plátanos que bordean también el Canal de Midi. Comemos en el área de descanso de Renneville, que en realidad es una área de descanso de la autopista, ya que discurre muy cerca del Canal de Midi.

Pista... por ahora
Se observa que las esclusas son más viejas y menos homogéneas, lo mismo que los puentes. Los del Canal Lateral del Garona parecían a veces prefabricados. Estos tienen más encanto, y rara vez los pasamos por debajo: hay que subir y bajar. Cuando llegamos a una especie de zona recreativa, cercana a Port Lauragais, llega el desconcierto. Parece difícil perderse cuando sólo tienes que preocuparte de ir por la orilla correcta, pero lo conseguimos. Nosotros y todos los que seguimos el Canal. El camino se separa del Canal de Midi y la desinformación es absoluta. Nos encontramos con un señor de Hondarribia, tan perdido como nosotros. Y para equilibrar la presencia geográfica, nos encontramos con un andaluz, que nos dice cómo salir del pequeño lío.

Pero es un anticipo de la dura realidad: la supuesta vía verde no es tal. Es un camino de cabras en el que dos bicicletas no se pueden cruzar sin pararse. Qué se le va a hacer. Tras varios kilómetros acabamos llegando a una pista más asequible que el caminucho que traíamos (del asfalto o materiales similares ya nos hemos olvidado definitivamente).

Castelnaudary
Y por fin llegamos a Castelnaudary, una localidad muy tranquila con una zona acuática amplísima. Como de costumbre nos vamos a la estación y en menos de un par de horas ya estamos en el hotel. Bego y yo decidimos visitar el pueblo, que en una primera impresión resulta bastante triste, a pesar de la excelente panadería y su excelente bollería (doy fe). Lo único verdaderamente interesante parece ser la panorámica del puerto. Eso sí, uno lee la descripción de la guía y tiene la impresión de haberse equivocado de pueblo. Cosas de las guías.

La longitud de la entretenida etapa de hoy ha sido de 70 kilómetros.

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