martes, 12 de agosto de 2014

La Réole - Port-Sainte-Marie

Esta segunda etapa comienza en La Réole. Se trata de un pueblo tranquilo, donde tras atravesarlo uno no espera encontrar nada especial. De hecho, intentando el día anterior encontrar una simple tienda de ultramarinos comprobamos que no existía. Entramos a la boulangerie y, además de comprar un pastel delicioso, preguntamos por la tienda, a lo que la señora nos describió con profusión de detalles cómo llegar al supermercado. Ella lo hizo en perfecto francés, del cual yo extraje: coche, kilómetros y por allí; es decir, si quieres comprar naranjas, coge el coche. A pesar de ello, te llevas la sorpresa cuando bajas a la estación y ves el puente que cruza el Garona. El autor, nada menos que el señor Eiffel: sí, el del torre Eiffel de París (para el que no lo sepa, también autor del puente colgante sobre la ría de Bilbao). El supermercado se encontraba, en realidad, en una zona comercial a las afueras del pueblo.

Puente sobre el Garona en La Réole
Tras un delicioso desayuno, nos ponemos en marcha. Dejamos el coche en la estación de tren de La Réole y empezamos a pedalear en busca del Canal Lateral del Garona, que está al otro lado del río. Basta con seguir las indicaciones hacia Fontet para encontrar el canal. No somos los únicos que lo buscamos: una pareja de mujeres también están en las mismas.

En breve tomamos contacto con el paisaje que vamos atravesar durante los próximos días: además del canal de agua, verde para más señas, largas hileras de plátanos flanqueando el canal, esclusas, puentes, barquitos que van y vienen, puertos, ciclistas, áreas de descanso, corredores, pueblecitos pequeños, casi todos con panadería, coches de vez en cuando y señalización frecuente y homogénea.


El río Garona se acerca y se aleja del canal, a veces lo llevamos a pocos metros y las más dejar de verlo, pero queda siempre a nuestro lado izquierdo. Como es lógico, por lo general, están siempre a diferente nivel. Y lo que contrasta también es la quietud de las aguas del canal y la turbulencia de las del río, que ya en Burdeos daba miedo sólo mirarlo. 

Decidimos comer en Damazan, donde encontramos una tienda donde aprovisionarnos de lo necesario. También parece un pueblo con poca vida, al menos lo que podemos ver con un corto paseo. También es verdad que ya es la una y pico, y todo está cerrado, porque es la hora de la comida en el país vecino, casi de la siesta... Mientras comemos llega una familia española en bicicleta, con niños pequeños.

Puente canal
El recorrido es absolutamente llano, sólo hay que escalar las subidas para cruzar los puentes, si es que no se cruzan por debajo. A tramos, las raíces de los plátanos hacen de las suyas y provocan daños en la vía, pero nada que moleste o suponga peligro. En Buzet-sur-Baïse nos topamos con un primer ejemplo de una de las estructuras más curiosas del canal: un puente canal. Lógicamente el canal tiene que atravesar ríos, y el puente canal es la forma lógica de hacerlo.

Continúa haciendo una temperatura excelente, como ayer. En cierto momento empieza a llover con suavidad, pero debido a los árboles no se nota: nos enteramos porque vemos las gotas caer en el agua. Y así llegamos al puente que nos lleva al destino: la estación de tren de Port-Sainte-Marie, otro pueblecito tranquilo donde encontramos una pequeña tienda donde abastecernos. Desde allí seguimos la rutina de recuperar el coche, y a la vuelta nos acercamos hasta la aldea Le Gil, cercana a Clermont-Dessous, donde nos alojamos en una chambre d'hotes, muy agradable y tranquila, regentada por una argentina. La distancia total recorrida en bicicleta hoy ha vuelto a ser de unos 70 kilómetros.

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