lunes, 18 de agosto de 2014

Castelnaudary - Carcassonne

Esta etapa no comienza demasiado bien. Al dejar el coche en Castelnaudary observo que la columna que soporta las bicicletas sobre la bola del coche está torcida. Algo falla porque no es ni medio normal. Al intentar apretar el tornillo de sujeción, lo rompo. Nueve de la mañana, pueblecito francés sin vida aparente, tornillo de 1 centímetro de diámetro y unos 6 ó 7 de longitud roto... Como tengamos que meter las cuatro bicicletas dentro del coche, va a ser de risa el resto del viaje...

Resulta que a veinte metros hay un taller de forja. Pregunto. Una chica, que habla español razonablemente, me indica cómo llegar a una especie de Leroy Merlin (Félix o algo así). En el paseo de ida compruebo  que el pueblo sin vida no lo es tanto. Allí encuentro el tornillo y la tuerca (eso sí, en paquetes de 10). Volvemos al coche y el problema queda resuelto en minutos. Más contento que unas castañuelas, vuelvo a entrar al taller y le doy mil gracias a la francesa por su ayuda.

Al poco de empezar, primer pinchazo del viaje. Y además es la rueda delantera de mi BTT, La más fácil de cambiar de las ocho ruedas. Hoy los problemas llegan y se van. Además, tampoco es para quejarme: firmo que la media de pinchazos se mantenga.

Verde sí, ¿vía?
En esta etapa el terreno sigue siendo más camino que vía ciclista. A ratos se queda en una carrilito de medio metro. Y así va a seguir, así que la media cae en picado, pero al menos hoy la etapa es la más corta de todas las previstas. Por eso mismo, nos desviamos para visitar el pueblecito de Bram, a 1,2 kilómetros. No es gran cosa, más que nada llama la atención que, como muchos otros pueblos de la zona, su núcleo esta formado por calles claramente circulares (por cierto, en Google Maps se aprecia perfectamente). En este caso, en el centro del pueblo cae la iglesia. Por lo visto, en este pueblo se llevaron a cabo muchas de las peores atrocidades que la Iglesia Católica lanzó en su persecución contra los cátaros. Aprovechamos para comprar unos refrescos en un pequeño supermercado y comer algo.

De vuelta al Canal de Midi, nos planteamos si ir más alegres para intentar llegar a comer a Carcassonne a eso de las 13:30, porque más tarde ya nos salimos del horario francés de comidas y puede ser más complicado, pero se resuelve el problema cuando llegamos a la esclusa de Herminis (creo), donde hay un pequeño restaurante donde sirve comidas. Así que la decisión es fácil, y tras un buen festín y 6,5 kilómetros más llegamos al destino de esta corta etapa (45 kilómetros).

Mientras la familia se queda paseando por Carcassonne, yo he decidido, dado lo corto de la etapa, volverme a por el coche por carretera (la D33) hasta Castelnaudary . Hace algo de calor y la carretera no tiene poco tráfico, pero la verdad es que si me adelantan 200 coches, ni uno se me acerca a menos de metro y medio. Y no hay arcén. Ni un bocinazo, ni un mal gesto. Seguro que hay malos conductores, pero nada que ver con la película de terror que vivimos aquí.

Ya reunidos en el hotel, nos duchamos y descansamos, hacemos unas cuantas compras (estamos en un Ibis bastante viejo a las afueras) y, como habíamos prometido a Esti, cenamos (ingerimos supuestos alimentos) en un McDonalds. Con suerte, este trágico suceso no volverá a suceder en otro par de años (creo que la última vez fue en el viaje al Algarve).

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